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Realidad de la ONG en la ciudad castellana y en el resto de los países donde actúa.

El día 29 de marzo EL NORTE DE CASTILLA edición Palencia llevaba a sus páginas un reportaje sobre la ONGD REMAR INTERNACIONAL en el que se hace un repaso a la realidad de la ONG en esa ciudad castellana y en el mundo. El interés indudable que para ésta organización tiene el hecho de que se reconozca el esfuerzo de los voluntarios y el Amor de Dios en sus vidas y en su obrar diario nos llevan a reproducir el reportaje en nuestra web.

 

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J. olano-V. arranz

«¿Este soy yo? Sí, no eres el que pensabas que eras». Así es como un monitor con una trayectoria en una vida ya rehabilitada habla a alguien que tras haber caído en las redes de la droga, el alcohol e incluso de la delincuencia acude a Remar y comienza el trabajo de inserción en la sociedad. Así es como Ovidio Bonet, el director de esta organización en Palencia, resume el ánimo que transmite cada día a todas aquellas personas que ya han superado una primera fase rehabilitadora y que quieren dejar atrás un pasado más que oscuro. Eso no quita para que Ovidio Bonet no olvide que llegó a Madrid con 31 años «hecho una mierda, metido en drogas, alcohol y problemas de delincuencia» y apostó por Remar. Han pasado 25 años y está muy orgulloso de su vida actual, la que hace junto a su mujer, a la que también conoció en la organización, y con la que tiene un hijo de 7 años. Después de varias tareas en la organización, incluido un proyecto misionero de unos años en Guatemala, llegó hace un año de Olmedo (Valladolid)para dirigir el centro de Remar en Palencia.

La organización cuenta con 75 centros en España y está presente en 72 países

Remar nació con la intención de mirar al prójimo con ojos de buen samaritano y eso les ha llevado a abrir sus puertas a las distintas necesidades que se han ido encontrando. «Nosotros estamos dispuestos a atender a cualquiera que llame a nuestra puerta, las 24 horas del día. Y ofrecemos lo que tenemos. Pero por nuestra experiencia, la mayoría lo que necesitan es afecto. Ser abrazados, sentirse escuchados. Nuestro problema como sociedad es que estamos demasiado ocupados en nuestros asuntos. Pero cuando vives centrado en ti mismo no disfrutas de la vida, se te escapa, porque la vida no es eso».

Los responsables de Remar detectaron hace años la existencia de grandes bolsas de necesidad en familias castigadas por la pérdida de empleo y decidieron poner en marcha una primera experiencia piloto de centro familiar. Desde entonces hasta ahora, ese programa ha ido creciendo, y hoy Remar cuenta ya con 75 centros de este tipo repartidos por las distintas comunidades autónomas del país, en los que residen 850 personas. Una pequeña parte de las aproximadamente 3.000 que encuentran cobijo en España en los centros de esta organización, y de los 60.000 vinculados a ella en todo el mundo, en los 72 países en los que está presente.

Dos planteamientos

Unos centros en los que deben combinarse dos planteamientos que tienden a chocar entre sí: por un lado, la necesidad de intimidad que toda familia necesita, y, por otro, el necesario asesoramiento y cuidado que deben recibir por su especial situación de debilidad, conflictividad o desestructuración. El equilibrio entre los dos aspectos se ha logrado creando zonas de servicios comunes y zonas de intimidad restringida: las habitaciones.

«Tenemos un especial cuidado por proteger al eslabón más débil de la familia, los niños, para lo que compaginamos programas específicos para ellos con otros globales de familia, aunque unos y otros están interrelacionados», explican en su memoria anual.

Y¿qué es Remar? Cualquiera que haya visitado su tienda de la avenida de Casado del Alisal sabe que Remar se dedica sobre todo a la restauración. Toma muebles, electrodomésticos o ropa usados que otros ya no quieren, los arreglan y los ponen de nuevo en circulación. Pero su principal labor rehabilitadora no es la que aplican a los objetos, sino la que desarrollan sobre las personas. A sus centros llegan seres emocionalmente heridos o golpeados por la necesidad material. Ellos los toman en sus manos, los pasan por un ‘taller de reparaciones’, en el que son restaurados con afecto y respeto, y logran que esos seres que llegaron desvencijados y rotos recobren las ganas de vivir y la dignidad personal. Vuelven a ser las personas que podían ser, las que tenían derecho a ser, quizás incluso las que siempre quisieron ser.

«Hay que conseguir que el toxicómano o alcohólico que llega a nosotros tome el control de su vida», afirma la directora de Remar

Remar surgió hace 33 años orientada al auxilio de personas con problemas de toxicomanías y drogadicción, entonces muy abundantes. Sin embargo, en la última década, la orientación de su trabajo se ha transformado progresivamente. «Nuestros centros se han ido convirtiendo más bien en casas de acogida para familias sin recursos, desestructuradas y con hijos a su cargo», explica Rachid Bougaidán, director de la organización en Castilla y León. Eso y mujeres maltratadas o abandonadas, o ancianos, o cualquier otra necesidad que se les presente. Actualmente atienden a drogadictos, pero también han ampliado su labor asistencial. La casa de acogida que tienen en Palencia, en el Camino de los Hoyos, alberga a un grupo de 11 hombres, algunos ya de la tercera edad, que han encontrado aquí su pequeña familia.

Casa de matrimonios

Remar también tiene una casa de matrimonios en Villamuriel, donde residen Ovidio Bonet y Álex Blell, un canario de 48 años que también ha dado varias vueltas y tumbos por el mundo hasta rehabilitarse y valorar el afecto y el amor por el que se casó con su mujer, a la que conoció en la organización, ya que también llegó con muchos problemas de esos comunes a las personas excluidas de la sociedad.

Hoy, estas personas rehabilitadas son los mejores voluntarios que hacen posible la restauración humana que necesitan todos aquellos que se acercan a Remar o a los que la organización se aproxima. Yes que, según relata Ovidio Bonet, los viernes por la tarde, sobre todo en invierno, se acercan al parque de los Jardinillos con un chocolate caliente para llegar a esas personas que deambulan sin rumbo y sin destino. También se ofrecen a aquellos que duermen en la calle o en los cajeros automáticos, porque su objetivo es atender a todas aquellas personas que no tienen recursos, que padecen problemas de soledad o de depresión, a esos ‘sin techo’ tan necesitados de afecto y de sentido en su vida. No obstante, en función del perfil que presenta cada usuario, se le deriva a uno u otro centro.

Un equipo de voluntarios que un día descubrieron que los bienes materiales no dan la felicidad, que se convencieron de que lo único que satisface es el amor, y que decidieron apostarlo todo a esa causa, está detrás de todos los éxitos. Es posible que estas frases puedan sonar tópicas, e incluso habrá quien las vea como muestra de una ingenuidad sin futuro, en medio de un mundo que rinde culto al fetichismo tecnológico y el bienestar material. Pero estas personas, y otras muchas repartidas por 72 países, lo creen con absoluta convicción.

Es una cuestión de fe, por supuesto. De fe en la vida y de fe en los seres humanos. Pero también de la otra fe. Y es que, aunque no se exija a nadie ser creyente, y no sea confesional, Remar es una organización de inspiración cristiana vinculada a la Iglesia del Cuerpo de Cristo. La figura clave es el leonés Juan Manuel Díez Álvarez, que aglutina en su persona la doble condición de presidente de la ONG y la de pastor general de esta rama evangélica. Fue él quien creó la asociación en el año 1982, en Vitoria, y es el responsable último de que la suya sea hoy día la organización española no gubernamental con mayor proyección internacional, según se encargan de destacar sus responsables.

Calendario de tareas

«Al final del día nos sentimos recompensados, porque vemos vidas que han venido a nosotros con heridas emocionales, físicas o psicológicas y que se restauran. Para nosotros, ese es el mayor premio: es algo impagable, es el mayor placer, el mejor sueldo». Lo dice Ovidio Bonet, también muy agradecido por la respuesta de los palentinos al trabajo de Remar, «porque siempre nos han acogido muy bien, confían en nosotros para muchos trabajos», afirma, insistiendo en que todos los beneficios que obtienen son simplemente para subsistir. «Son muchas las facturas de luz, furgonetas y alquileres que hay que pagar», añade mientras regresa de la casa de acogida del Camino de los Hoyos, dirigida por el argelino Djamel Talrusi Mohamed, que era musulmán y ahora está entregado a Dios. «La religión no salva, aquí somos bastante libres, y el que debe tomar el control sobre uno mismo es uno mismo», recalca el director de Remar.

En la finca Josué, el orden que se trata de establecer en las vidas de las once personas que conviven en la casa comienza por un calendario, en el que se reflejan las tareas encomendadas a cada uno cada día. «Esfuérzate y sé valiente» es el lema con el que reciben en esta casa, y en esa tarea, además de las domésticas y otros trabajos más artesanales, es en la que están embarcados todos sus usuarios.

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