Remar presta ayuda a 60.000 personas en los cinco continentes.
Uno de los diarios más antiguos y prestigiosos en lengua castellana, el decano de la prensa de Castilla y León, EL NORTE DE CASTILLA publicó en su edición impresa la interesante entrevista a Miguel Díez, presidente y fundador de la ONGD REMAR INTERNACIONAL que reproducimos a continuación:
La organización, que cumple 35 años, tiene delegaciones en 70 países en los que cubre las necesidades básicas de los locales
10 agosto 2015
«Fui adicto al póquer con dados durante veinte años, pero cuando estaba casado y con cuatro hijos sufrí una experiencia espiritual que cambió mi vida». Así explica Miguel Díez, fundador de Remar, cómo nació, hace 35 años, una organización que ya se encuentra en setenta países de los cinco continentes.
La adicción al juego le vino de su padre, con el que empezó a jugar, que por culpa de las cartas perdió su matrimonio. La experiencia espiritual le llegó con el nacimiento de su hija. La niña nació enferma y tenía riesgo de muerte. Unos evangelistas le dijeron a la mujer de Díez que si rezaba por su niña, se curaría. Sorprendentemente al día siguiente a la pequeña la dieron el alta. A partir de ahí su mujer se convirtió en creyente. Díez era el director de la clínica donde la niña estaba ingresada. El tratamiento que la habían dado era fuerte, sí, «pero era imposible que se hubiese recuperado tan rápido, y lo sabíamos», afirma. Algo comenzó a cambiar dentro de él. El póquer le tenía «atado, llegaba como pronto a las tres de la mañana a casa, cuando no jugaba llegaba a darme cabezazos contra la pared». Además vió que se estaba repitiendo la historia con su padre, incluso tenían los mismos hijos y del mismo género. Decidió que su vida tenía que cambiar y se convirtió como su mujer.
A partir de ahí comenzó a vivir para ayudar a los demás. Empezó, hace 35 años, por dos hermanos de su mujer que vivían en Madrid y que estaban metidos en el mundo de la heroína. Los llevó a su casa en Vitoria, y los ayudó a salir del mundo de las drogas. Hoy en día uno de ellos es director general de Remar en Estados Unidos. El otro empezó como misionero en Centro América y hoy se encarga de coordinar la organización en la zona sur del país.
Díez comenzó a recoger más drogadictos que lo necesitaban, y se vio obligado a comprar una finca de 50 hectáreas cerca de Vitoria para poder acoger a todos los que llegaban. Pero también se le quedó pequeño, y tuvo que comprar nuevos centros para atender la gran demanda que recibía. Poco a poco Remar fue creciendo y se extendió a todo el País Vasco. A partir de ahí se extendió a toda España. Después a Portugal, a Inglaterra y saltó el charco para llegar a Perú. A partir de ahí los centros de la organización por el mundo crecieron de manera exponencial, hasta llegar a tener centros en 70 de los 194 países que existen en el mundo.
«Hemos tenido una vida difícil. Nos han puesto mucha oposición, porque el que calla permite y otorga, y nosotros no nos callamos, denunciamos las injusticias de los lugares a los que vamos. Además no nos encasillamos con ninguna idea política ni ninguna religión, y si tú no te defines te define el resto como contrario a lo que ellos piensan. Nos han hecho la vida imposible en muchos casos», afirma Díez.
Una de las mayores crisis que vivió la organización vino con el estallido del sida en España. Estaba muy mal visto que la gente muriese de esta enfermedad, y el miedo de la población a contraer esta enfermedad era enorme. El sistema penitenciario permite a los reos salir si tienen una enfermedad terminal como es esta, por lo que llamaban a sus familias para que volviesen a casa, pero los rechazaban, por lo que los enfermos eran mandados a morir a los centros de Remar, «sin que la organización recibiese ni un euro», afirma Díez. Allí atendían a los enfermos y los acompañaban hasta el momento final, para que no muriesen solos y abandonados.