En este artículo de Recetas para el Alma, exploramos las propiedades curativas y rejuvenecedoras del limón, un fruto humilde pero poderoso. Además, reflexionamos sobre cómo las pruebas y dificultades de la vida, al igual que el fuego, nos pueden transformar y perfeccionar.
En este artículo de Recetas para el Alma, la autora explora las bondades del limón, un fruto humilde pero poderoso, usado desde tiempos inmemoriales por sus propiedades curativas y rejuvenecedoras. También comparte acerca del fuego y así como transforma los alimentos, las pruebas y dificultades de la vida nos moldean y perfeccionan.
Acompáñanos en esta lectura tan interesante del “zumo de bendición” y aprendamos a incorporarlo a nuestra vida diaria como un aliado para el bienestar integral.
“Zumo de limón, zumo de bendición”
Por Mari Carmen Jiménez
Beneficios del limón
- Sus principales cualidades son: astringente, desinfectante y eliminador de residuos en la sangre.
- Ayuda enormemente a que el estómago elimine todos los ácidos y agentes nocivos, en caso de colitis, diarrea, cólicos, estreñimiento, hemorroides y de todas aquellas enfermedades relacionadas con los intestinos y el estómago.
- Su jugo favorece la eliminación del ácido úrico, el cual causa artritis. Ideal para prevenir males cardiacos, como la arteriosclerosis.
- De gran ayuda en alergias, en cálculos biliares, diabetes, exceso de bilis en la vesícula, hepatitis, mal aliento; ayuda a cerrar los poros y darle tersura a la piel.
- Si deseas que alguna herida cicatrice pronto, exprime unas gotas de limón sobre ella. Diluido, para lavados de ojos, que padecen conjuntivitis o alergias.
- Es un antibiótico ideal en casos de gripes, catarros, etc.
Toma diariamente zumo de limón diluido en agua, a la mañana en ayunas o entre horas, como un refresco.
EL FUEGO
El fuego es imprescindible para hacer una buena comida, lento o fuerte, directo o en forma de horno, pues ablanda los tejidos de las carnes, saca las sustancias de las verduras, los aromas de las plantas, permite que se intercambien los elementos y se absorban, para dar un delicioso sabor a la mezcla.
Así, nuestra vida, necesita del horno de la aflicción, de las pruebas producidas por las dificultades de la vida. ¡Qué pocos son los seres humanos que se acuerdan de su Creador cuando les va todo bien! Creemos tener derecho a la felicidad y los jóvenes, en especial, consideran que la vida tiene el deber de darles lo que ellos exigen.
Sólo el amor de Dios, que espera algo más del hombre, trabaja, permitiendo dificultades. El Creador, en su perfecta sabiduría, ha sujetado a todos los hombres a enfermedad, vejez, muerte, a muchas debilidades y sufrimientos, que nos paran en el camino y nos hacen reflexionar, sobre nuestra condición, nuestra trascendencia.
El dolor, como el fuego que puede estropear algunos alimentos o mejorarlos, produce en los hombres dos reacciones diferentes: a unos, les endurece el corazón, haciéndolo más amargo y rebelde; a otros, sin embargo, lo ablanda, volviéndose más humilde, compasivo y comprensivo con el sufrimiento ajeno.
Demos gracias a Dios por las tribulaciones, por las dificultades, pues cumplirán un buen propósito en la vida. Él no dejará que seamos tentados más de lo que podemos soportar.
1ª Pedro 4,12 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” 2ª Timoteo 2,3. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
Invitación a la reflexión
Te invitamos a reflexionar sobre el poder transformador del limón y del fuego en nuestras vidas. Incorpora el zumo d e limón a tu dieta diaria y experimenta sus beneficios. Así mismo afronta las dificultades con valentía y fe, permitiendo que el fuego de la prueba que Dios permite en nuestra vida te moldee nuestros corazones y cada día seamos más como Él.
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” Eclesiastés 12:1