Mari Carmen Jiménez nos recuerda en este artículo que el aceite, un tesoro desde la antigüedad, simboliza la generosidad y justicia social. Reflexionemos juntos sobre la necesidad de compartir y vivir los valores cristianos que enriquecen nuestras vidas y comunidades.
En el artículo “Refranes y Verdades: Bendita la aceitera que da para casa y para afuera”, Mari Carmen Jiménez nos lleva a reflexionar sobre la riqueza y el valor del aceite, símbolo de generosidad y justicia desde tiempos antiguos. A través de este ‘oro verde’, nos recuerda la importancia de compartir y de actuar con justicia en un mundo cada vez más individualista, invitándonos a recuperar los valores que fortalecen a nuestras familias y comunidades.
Refranes y Verdades: Bendita la aceitera que da para casa y para afuera
Por Mari Carmen Jiménez
El aceite ha sido un verdadero tesoro desde la antigüedad, no solo por ser un maravilloso alimento, también es conservante, lubricante, base de perfumes y cremas, jabón, combustible dando luz y calor y un largo etc. Hoy tal vez pasan desapercibidas todas estas cualidades, pero si miramos atrás y analizamos la sabiduría de los antiguos, en el comer y en el vivir, comprenderemos el inmenso valor de este don del olivo, al que podemos llamar oro verde.
Por eso este refrán hace alusión a la gran bendición de tener aceite para uso propio y también le permitía ser generoso con los demás, pues la bondad y la generosidad son valores benditos, que han formado mejores hombres y mujeres, que con su influencia, han transmitido a su entorno mejoras, cambios positivos, venciendo multitud de males.
Hoy vivimos de forma tan individualista, contagiados de las prisas de ganar más, poseer más, consumir más, disfrutar más, que hemos perdido en el camino, muchos de los valores preciosos que enriquecían y ayudaban a vivir tal vez con menos, pero disfrutando mucho más de aquello que se poseía, valorando los dones y regalos que Dios a través de la creación nos daba.
El egoísmo de hombres insaciables en su codicia y la avaricia, de las naciones que se han enriquecido a costa de los países más pobres, ha traído como consecuencia guerras destructoras, hambres y epidemias, desastres crueles contra otros seres humanos; las consecuencias vienen a las naciones ricas, no hemos ayudado a los países menos desarrollados, pues la emigración de los pobres les invade siendo un grave riesgo contra sus culturas, religiones, economías, y la propia seguridad, cuánto mejor haber compartido el aceite de la aceitera, o su equivalente, en la educación, la medicina, los medios para trabajar más eficazmente, la formación profesional, el desarrollo de pequeñas empresas.
Al fomentar los valores cristianos, éstos por sí solos fomentan la justicia social, protegen a la mujer a salir de la esclavitud y marginación, combaten la corrupción y establecen un reparto más equitativo de la riqueza, promoviendo y fomentando mayor riqueza, porque la justicia en la distribución de los recursos trae paz y desarrollo.
La justicia reparte y juzga con la medida correcta sin causar deterioro en nada ni nadie, Dios es justo, así nos lo dice Deuteronomio 10 verso 17 “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. A YHVH tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás”.
Bendición trae hacer justicia, también escrito en Deuteronomio 16, “La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que YHVH tu Dios te da.”
Si bendita, “Bendita la aceitera que da para casa y para afuera.” Bendecida la aceitera que tiene y comparte el don preciado del aceite, porque hace justicia con el que no ha podido o no ha tenido la sabiduría o las oportunidades de conseguirlo por sí mismo, de esa forma, el necesitado, podrá recibir el auxilio para levantarse y caminar hacia una mejor calidad de vida.
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