Mari Carmen Jiménez nos invita a reflexionar sobre el poder de la verdad en medio de un mundo lleno de engaños, recordándonos que, a pesar de las dificultades, la verdad siempre sale a la luz, como dice el refrán queda por encima siempre. 

En este artículo, Mari Carmen Jiménez reflexiona sobre el valor eterno de la verdad y su poder para iluminar un mundo lleno de mentiras y engaños. A través del refrán “La verdad como el aceite, quedan por encima siempre”, nos invita a recordar que, aunque la mentira parezca prevalecer, la verdad siempre triunfa, como lo afirmó Jesús en el Evangelio de Juan.

Refranes y verdades: “La verdad como el aceite, quedan por encima siempre”.

Por: Mari Carmen Jiménez

 

Este refrán no parece cumplirse en la realidad de nuestro día a día, cuando vemos los medios de comunicación, proclamando la mentira  como verdades para conseguir audiencias,  las publicidades de productos con marketing engañoso que no tienen ninguna conciencia del bien o del mal, tan solo el interés del aumento de ventas a toda costa, los políticos y gobernantes del mundo que han hecho de la mentira su única verdad, pues como decía aquel periodista “solo son sinceros cuando mienten”, y ver a la inmensa mayoría de la gente embrujada e hipnotizada en la niebla del engaño, de la confusión, esclavos de quienes los manejan y manipulan a su antojo. 

 Y si pensamos en la frase de Cristo, que decía: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres, necesitamos una gran dosis de fe y confianza en el poder sobrenatural de Dios que venció a todas las fortalezas de maldad y las exhibió públicamente, triunfando sobre ellas en la cruz, pues el mundo que nos rodea manifiesta a gritos que está atado a la mentira con menos luz que los topos en sus túneles subterráneos.  Pero como sucede en las películas antiguas, los malos siempre son vencidos por los buenos, el bien siempre vence al mal y la verdad como dice el refrán sale siempre reluciente tras la prueba y las dificultades a las que es sometida. 

 El capítulo 8 del evangelio de Juan habla mucho de la Verdad,  Jesús dijo de sí mismo que era la Verdad, palabras muy fuertes para tomar a la ligera, pues Él no estaba loco, ni era mentiroso, no encaja que dijera tal cosa de sí mismo si no tenía la fuerza de la verdad para hacerlo, y les dice a los que le quieren encontrar tropiezos: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”

 Palabras muy actuales a pesar de haber pasado más de  dos mil años. Y también en ese capítulo 8 de Juan leemos: “Dijo entonces Jesús a los que habían  creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la  verdad os hará libres. De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el  esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así  que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente  libres.” 

 Es que la verdad aclara la vista, ilumina el camino, disipa la niebla del engaño, manifiesta lo que es bueno de lo que es malo sin confusión, sin engaño, y el que no es esclavo del engaño, puede escoger lo bueno, viviendo de esa manera en la libertad sin cosechar las consecuencias de la mentira. 

 Sin lugar a dudas, la verdad como el aceite quedan por encima siempre, así el bien vencerá al mal y la luz a las tinieblas y Dios que venció, vence y  vencerá . 

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