Este artículo explora el profundo significado del refrán “Más vale maña que fuerza”, a través de pasajes bíblicos y ejemplos inspiradores, la autora Mari Carmen Jiménez nos invita a reflexionar sobre cómo estos principios pueden ayudarnos a superar cualquier desafío.

El refrán “Más vale maña que fuerza” nos invita a reflexionar sobre el valor de la inteligencia, la astucia y la sabiduría por encima de la fuerza bruta. A través de este refrán y pasajes bíblicos, la autora Mari Carmen Jiménez nos guía en un profundo análisis de este principio, destacando su relevancia en diferentes aspectos de la vida.

Refranes y verdades: Más vale maña que fuerza

Por Mari Carmen Jiménez

Este refrán se cree que aparece en la literatura por primera vez en 1.661 a través de la pluma de Calderón de la Barca, en su comedia “Cada uno para sí”, recibe mayor popularidad  gracias a la guerra de la Independencia contra los franceses, pues su heroína, Agustina de Aragón, demostró, junto a los llamados “maños”, desde entonces, que la inteligencia, el valor y el deseo de justicia pueden más que la fuerza.

 

Dios no escoge a los capaces, capacita a los escogidos

La maña tiene que ver con la sabiduría, el aprendizaje bien adquirido y la actitud de la mente puesta en servicio de otros. Actuando correctamente, produce esa sabiduría que también podemos llamar maña; revela paciencia, dotes de observación, inteligencia para descubrir lo más eficaz, el mejor resultado del esfuerzo. 

La fuerza bruta sin inteligencia puede resultar eficaz en algún caso, como en la fábula del burro que había sacado música de la flauta y cuando quisieron lucir esa rareza, fracasaron estrepitosamente, pues no existía tal habilidad, había sonado la flauta por casualidad. Así es la fuerza sin sabiduría, el hombre capaz solo en sus propias energías, puede poco. Estoy convencida de que los adelantos y descubrimientos que han dado avances y mejoras en la vida del hombre, han sido inspirados por Dios, aún sin que los descubridores tuvieran plena conciencia de ello. 

El Salmo 33¨:16. dice “El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de JHVH sobre los que le temen. Sobre los que esperan en su misericordia. Para librar sus almas de la muerte. Y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a JHVH; Nuestra ayuda y nuestro escudo es Él. Por tanto, en Él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh JHVH, sobre nosotros, según esperamos en ti.”

 Si, la fuerza de los justos está en Dios, esa es la mejor maña, porque corresponde al Hacedor del universo. Los sabios, no lo son en su propio conocimiento. En cierta ocasión Dios le advierte a su pueblo que no se apoyara en la aparente fuerza de Egipto pues sería como una caña seca hundiéndose en su mano, así somos los seres humanos que ponemos la esperanza y las fuerzas en el hombre, y éste sin el respaldo de Dios se quiebra, tarde o temprano. 

Prov 21, 22.- “Tomó el sabio la ciudad de los fuertes, Y derribó la fuerza en que ella confiaba.” 

Salmo 18,2 “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.”

Si, es refugio contra la tormenta, consuelo para el dolor, inspiración oportuna en las dificultades. 

La fuerza y el honor están unidas en la mujer virtuosa que se ríe del porvenir, está segura, tiene maña para toda clase de trabajos, comercia, teje y vende, cuida de su casa con sabiduría y da fruto abundante en su trabajo para los suyos. Prv.31.

Eclesiastés 9:16 “Mejor es la sabiduría que la fuerza”

Salmo 84:5 “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas. En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente”. Así sucede con los que tienen a Dios como su escudo y fortaleza, el valle de lágrimas lo transforman en fuente fresca, tendrán la maña para salir victoriosos en todas las situaciones y, al final, al atravesar el último valle de sombras, la luz de Cristo les alumbrará hasta llegar a la meta. 

Sí más vale la maña de Dios que la fuerza bruta del hombre. 

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