[vc_row][vc_column][nd_options_spacer nd_options_height=”20″][nd_options_text nd_options_text_tag=”h3″ nd_options_text_weight=”bold” nd_options_text=”Testimonio impactante de Ali Al-Saho.” nd_options_text_font_size=”20″ nd_options_text_line_height=”20″][nd_options_spacer nd_options_height=”20″][vc_column_text]

Ali Al-Saho un refugiado sirio, que huyó de su país a causa de la guerra, con la esperanza de una vida mejor en Europa. Llegó a Turquía con sus siete hijos y su esposa.

 

Una trágica historia de lo que cada día ocurre en las botes de refugiados

 

Su nombre es Ali Al-Saho. Es un refugiado sirio, nacido en la ciudad de Mayadin in Deir, que huyó de su país a causa de la guerra, con la esperanza de una vida mejor en Europa. Llegó a Turquía con sus siete hijos y su esposa. El más pequeño de ellos no llegaba al mes de vida y el mayor tenía nueve. Decidieron llegar a Europa vía mar, cruzando el mar Egeo como han hecho y hacen cientos de miles de personas y en noviembre, el día 29, se embarcaron rumbo a la isla griega de Chios. No fue mucho después que el bote en el que iban volcó. El mal tiempo y el gran oleaje echaron al mar a las 28 personas que había en el bote.

Ali sobrevivió y fue encontrado por unos pescadores turcos en la costa de Izmir, y a partir de ahí empezó la búsqueda de su familia. Tardaron once días en encontrar el cuerpo sin vida del primer niño, y poco después fueron hallados los cuerpos de otros cuatro. La recién nacida y la niña de siete años, así como su mujer, todavía no han sido encontradas.

Periódicos de renombre como la BBC y The Guardian se hicieron eco de la noticia y la difundieron, pero al día siguiente todo siguió igual. Hoy, a 13 de marzo, Ali sigue buscando a su familia. Mantiene la esperanza de que quizás alguna de las tres se haya podido salvar y esté en algún lugar en Europa, y con un visado especial se mueve por Grecia para averiguar todo lo posible.

Los voluntarios de Remar se lo encontraron cerca del puerto junto a una mujer que sigue su caso, hace de traductora y le ayuda en la búsqueda. Tras escuchar su historia intentaron aportar lo que podían, que no eran respuestas a tan drástica situación, pero si un poco de amor y calor hacia una persona que ha perdido lo que más quería en el mundo.
A pesar de encontrarlo abatido, con pocas palabras, consiguieron animarle y poco después Ali decidió unirse al grupo en estos días que estuvo en Lesbos, trabajando codo con codo con ellos y aportando su granito de arena para que todos sus compatriotas, todos los que han podido llegar sanos y salvos, mantengan su esperanza de una vida mejor.

El caso de Ali no es, por desgracia, el único, ya que miles de personas han perdido la vida intentando llegar a las islas griegas desde que empezó la migración y miles de ellas continúan arriesgando su vida cada día en el mar.

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