¿Cómo podemos evitar que la historia se repita?

 

En la sección de Sabiduría Cotidiana, exploramos temas que nos interesan a todos en nuestro día a día. Hoy, nos adentramos en un tema crucial: la caída de los imperios.

A lo largo de la historia, hemos visto cómo grandes civilizaciones han florecido y luego se han derrumbado. ¿Qué las llevó a su fin? ¿Es posible evitar que la historia se repita?

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CAÍDA DE LOS IMPERIOS

Por: Mari Carmen Jiménez

Solo se puede destruir una gran nación cuando ésta se ha destruido interiormente.

La corrupción moral lleva a los imperios a su fin, acaba con las mayores empresas, funde las mayores fortunas heredadas de generaciones, destruye la pureza de los niños y jóvenes, elimina la célula base de la sociedad, la familia, aboca al suicidio, al asesinato, a la miseria, la delincuencia, el desorden,  la guerra.

La mayor fuerza de un pueblo es que pueda mirar a la muerte sin tener miedo. 

Valentía, Fe, moral, obediencia a Dios, mandamientos respetados pues, son los que mantienen un pueblo sin corrupción y por lo tanto sin descomposición.  

 

La corrupción es, que algo se ha echado a perder, que ha pasado a un estado de pudrición, como los cuerpos muertos que se descomponen y pasan a formar parte del polvo de la tierra, lo corrompido se deshace, autodestruye. 

Hoy los que hablan de corrupción solo tienen en cuenta los valores políticos y sociales, o las perversiones en los comportamientos públicos o empresariales, pero no van a las causas principales, que son la falta de respeto a Dios y por consiguiente, la perversión  moral que descompone el alma y el espíritu de los hombres, en todos los niveles de la sociedad, produciendo, un embotamiento de los sentidos del alma, una hipnosis que deja al humano como un esclavo  a merced de los más poderosos en maldad, de  los que han entregado todas sus capacidades espirituales al engañador, al ladrón, a su padre el diablo, a cambio de poder y riquezas, siendo sus instrumentos para robar matar y destruir.

Los pueblos que han dejado absorber sus conciencias por el engaño con mayúsculas, son convertidos en tibios, seres fáciles de manipular, llevados al matadero dócilmente, creyendo que es para su bien, pues el miedo a perder su confort y riquezas, su hedonismo les ha convertido en cobardes, seres aterrados sin la luz de la sabiduría, en tinieblas, fácilmente llevados a la destrucción.   La tibieza moral y espiritual, la falta de valentía en defensa del bien, de la fe, de las virtudes, provoca el vómito de Dios, como dijo Jesús: “Mejor que fueras frío o caliente, pero por cuanto eres tibio te vomitaré de mi boca”.

Apocalipsis 21:8  dice “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo
seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos,
los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los
idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

 

Hay una historia muy aleccionadora en el libro de Jueces en el capítulo 9. Dice así: 

“Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y   dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 

Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 

Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen  fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? 

Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. 

Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 

Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.” 

Así queman los soberbios a los que se  cobijan  bajo sus espinos.

 

La lucha contra la corrupción es una responsabilidad de todos, pidamos sabiduría a Dios.